Sofía:
No podía respirar.
¡El Don se había desplomado sobre mí y pesaba un montón!
—Al…¡Alexis!- chillé. Acarició mi pezón con la punta de su nariz y soltó una carcajada.
—Así que…quieres ser mi Judy.
De primer momento no comprendí a lo que se refería, pero cuando mi mente reaccionó lo miré completamente muda de perplejidad.
—¿Leíste el libro?- pregunté esperanzada.
Él gruñó, saliendo de dentro de mí y componiéndose las ropas. Por mi parte, me abotoné la blusa, amarrándola por delante y devolví mi saya a su posición natural.
Fruncí el entrecejo, buscando mis bragas pero no fui capaz de encontrarla por ningún lado.
—No tengo tiempo para leer esas estupideces, Sofía. No. Me vi la película.- masculló exasperado.
Me bajé de la mesa, aún buscando mis bragas con la mirada.
—¿Qué te pareció?
—Todo un clásico. Un hombre rico, extremadamente alto y treintañero saca a una chiquilla de dieciocho de un orfanato, le paga los estudios universitarios y la dirige para que se haga lo que él quiere que