Alexis bajó a desayunar. Estaba particularmente contento esta mañana. Silbando al compás de una canción pop muy popular por esos días.
Su hermanos y Yelana ya lo esperaban sentados a la mesa. Pero dónde estaba…ah, ahí está.
La italiana estaba de pie, junto a la pared, esperando órdenes junto con las demás sumisas. Él comprimió sus labios.
Sofía vestía lo característico de los sumisas y estaba descalza incluso. Sin embargo, no sabía por qué, a él le parecía que algo estaba horriblemente mal.
—Ven aquí, esclava.- ordenó y la chica se acercó rápidamente a él.
—¿Desea algo más, Amo?- susurró ella, nerviosamente.
Sin mediar palabra, la tomó del codo hasta hacerla sentarse sobre sus rodillas.
—Tengo hambre.- anunció él.- aliméntame.
Ella palideció, pero rápidamente comenzó a untar las tostadas con mantequilla y a acercárselas la boca.
—Puede, que la italiana vista como sumisa, y es cierto que la estoy domesticando, pero que no se les olvide que aunque tiene un collar también lleva m