Capítulo dieciséis. Fingiendo

Fingiendo

Domenico se sentó a la orilla de la cama, tomó sus cosas y se vistió con prisa, ¿Qué se supone que haría ahora con Pilar? Esa mujer parecía un veneno que una vez se metía a su sangre era imposible de erradicar y no es que lo deseara. Ahora mismo no sabía exactamente qué pensar al respecto.

El italiano se puso de pie y no pudo resistirse a girar el rostro y ver el cuerpo desnudo de Pilar sobre la cama, era tan jodidamente perfecta que su polla saltó a la vida de nuevo entre sus pantalones ¡Estaba loco, una mirada y estaba cayendo a los pies de Pilar Di Monti!

Domenico se mesó el cabello y se pasó la mano sobre el rostro tratando de serenarse, aunque sabía que eso no era medianamente posible. Pues en ese momento Pilar se movió dejando ver su dos hermosos pechos desnudos y su pelvis húmeda por su reciente actividad y por primera vez tuvo que huir de su propia habitación, porque no estaba seguro de poder soportar la tentación ni un solo minuto más.

—¿Huyendo? —preguntó Vittori
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