Primero, la madre de Hank, señora Brown, fue a recoger a Sonny, dándole muchos besos en la mejilla, hasta que el pequeño frunció el ceño por las caricias excesivas.
—Sonny, cariño, me vine de prisa y no pude comprar un juguete para ti. Te daré dinero para que le pidas a tu madre que te compre algo, puedes comprar lo que quieras.
La señora Brown dijo mientras sacaba una pila de billetes y contaba unos cientos dólares para dárselos a Sonny.
—No, señora Brown.
Liberty intervino rápidamente, recogiendo a su hijo y diciendo: —No debe darle dinero a Sonny, él es todavía muy pequeño. Si se acostumbra a recibir dinero para comprar cosas, desarrollará un mal hábito.
La señora Brown respondió: —Entonces tú tómalo, es para que le compres algo a Sonny.
Y le extendió el dinero a Liberty.
Liberty intentó devolvérselo, diciendo: —Señora Brown, a Sonny no le falta nada por ahora. Guárdelo para sus propios gastos.
Gracias a las constantes quejas de la señora Brown durante sus visitas, Liberty sabía que