Una gran taza de medicina que olía a la amargura característica de las hierbas se puso ante Zachary.
—Levántate y bebe la medicina.
Ordenó Serenity con rostro severo.
Zachary, de mala gana se levantó. Mirando la gran taza de medicina, tragó saliva y preguntó tentativamente.—Seren, ¿puedes prepararme unas ciruelas pasas?
—¿Qué crees?
Al ser fulminado con la mirada por su esposa, Zachary no se atrevió a hablar. Cogió la taza, pero en cuanto olió el sabor amargo, quiso vomitar.
—Seren, aún está caliente, me lo beberé más tarde.
—Como quieras.
Srenity se sentó en el sofá individual y se apoyó en el respaldo, luego sacó su móvil y envió un mensaje de voz a su hermana.—Hermana, cierra la puerta desde el interior, no voy a volver esta noche.
Al oír esto, a Zachary se le iluminaron los ojos.
Las comisuras de sus labios no pudieron evitar elevarse.
Era horrible tener dolor de estómago y tener que beber una gran taza de medicina muy amarga, pero todo esto podía hacer que Serenity se quedara a pa