—No te duermas, ponte hielo en la cara antes de dormir. Tienes las caras tan hinchadas que, aunque te duermas, te pondré hielo, lo que te perturbará el sueño.
Gonzalo sabía que Chloe estaba tímida por ese beso.
Le dio otro besito en la cara y le dijo con amor, —Soy tuyo, siempre tuyo, solo quería probar tu sabor, ¿por qué te sonrojas?
—Que no. Si dices que eres mío, no es de extrañar que te bese. Aunque voy a la cama contigo, no podrías rechazarme.
Chloe no admitía que se había sonrojado.
Gonzalo le puso suavemente el hielo en la cara y, tras escuchar sus palabras, sonrió y dijo, —Es un honor para mí. Puedes venir a mi cama cuando quieras, pero es mejor que me avises con antelación para que pueda prepararme bien antes de que disfrutes de mí.
Chloe no respondió.
—Deberías esquivarla cuando Sandra te pegó. Mira, tienes ambas mejillas hinchadas.
Chloe se quedó callada un momento y luego dijo, —La traicioné, seguro que se enfadará. Aunque yo crea que hice lo correcto, para ella es una trai