—Gonzalo, cuánto tiempo sin verte.
Enrique saludó a Gonzalo con una sonrisa, pero en su corazón no se sentía nada cómodo.
Al fin y al cabo, era el marido de la cabeza de la familia.
Pero ante el asistente de la cabeza y de la sucesora, no tenía ningún estatus.
Aunque era el dueño, tenía que sonreír cuando hablaba con los asistentes.
—Venimos a ver cómo está Chloe. ¿Cómo se encuentra? Estuvimos preocupados toda la noche. Cuando supimos que la habías llevado al hospital, no perdimos ni un minuto y vinimos enseguida.
Enrique estaba mintiendo.
Anoche, después de que Sandra los regañara a él y a sus hijos, se marcharon rápidamente de la mansión Fisher.
Pero estuvieron atentos a lo que ocurría en la mansión.
No detectaron nada extraño, salvo que Pablo había ido varias veces, y nada más.
Enrique pensó que acaso se había equivocado?
¿O sería una trampa de Sandra?
¿Su objetivo no era solo Liberty, sino también Audrey y los demás?
Gonzalo dijo con indiferencia, —La señorita ya se ha despertado,