Serenity dijo impotente, —Sólo quiero decir, que ahora te estresas con tanta facilidad, y cuando me ponga de parto ¿vas a conducir al hospital como hizo Elisa antes de que yo entrara en el coche?
Zachary replicó seriamente, —No me compares con Elisa, no voy a ser como ella. Claro que estoy nervioso, pero no tanto como para olvidarte. Que voy a acompañarte a la sala de maternidad.
—¿Vas a estar en la sala de maternidad conmigo?
—Sí, estaré contigo. Pase lo que pase, sea cuando sea, voy a estar a tu lado.
Serenity sonrió feliz.
—Zachary, gracias. Gracias por quererme tanto y por ser tan bueno conmigo.
Zachary volvió a corregirla, —Llámame cariño, me encanta oírte llamarme así. Y, debería ser yo quien te diera las gracias, has aportado mucho a nuestra familia al tener a mi hijo.
—Vale, no hablemos de eso.
Serenity sonrió y cayó en sus brazos mientras él la abrazaba.
El corazón de Serenity se llenó de felicidad.
Zachary, un hombre callado y frío, ahora se expresaba con total dulzura delant