Estrella le frotó la cabeza y dijo: —Aún serás un buen chico cuando sepas que te equivocas y lo corriges.
Grant asintió con fuerza con la cabeza, sin duda cambiaría.
Mientras los mayores le señalaran sus errores, los corregiría.
Estrella se irguió y dijo con voz cálida: —Vale, vete a jugar.
—Mamá, ¿dónde está la hermanita? Quiero jugar con mi hermanita.
Tenía varios primos y herma, pero sólo una hermana, y era la que más le gustaba, aunque sus hermanos y primos también eran monos.
—Probablemente se la haya llevado la abuela. Arlo está con la niñera y tú puedes jugar con Arlo.
Grant se lo pensó y luego dijo: —Quiero ir con mi hermana, Arlo tiene a la niñera con él y no me necesita.
Arlo era tan llorón como Victor.
Los dos hijos del tío Aron tenían unos meses mayores que Arlo y eran aún más llorones. A Grant sólo le parecían monos cuando dormían.
Ruby, en cambio, era mona tanto dormida como despierta.
Cuando volvió esta vez, Grant sintió que su hermanita había crecido un poco más. Al ver