Casamardo consoló a su padre.
También no se atrevió a investigar si Giselle murió accidentalmente o si la empujó por su hermano biológico.
La opinión de su madre era que, puesto que Giselle había muerto, no se volviera a hablar de ella en la familia.
Enrique sólo podía quejarse delante de su hijo.
—No voy a alojarme en tu casa, volveré a la mansión cuando salga del hospital. Te prometo que no volveré a enfadar a tu madre. Tengo más de setenta años, no me quedan muchos días de vida, pero mientras viva, voy a dar cobijo a mis hijos.
—Conmigo por aquí, vuestra madre podrá desahogarse conmigo cuando esté de mal humor, mientras que vosotros no tendréis que hacer frente a una madre furiosa.
—Casamardo, tú y tus hermanos debéis tener cuidado en casa. Aunque Sandra es su madre, ella pone a la familia primero y está dispuesta a sacrificaros por el bien de la familia.
—Si no queréis acabar como Giselle y yo, tenéis que trabajar duro para montar vuestro propio negocio. De esa manera, podréis sobr