Chloe se sirvió un vaso de agua, se acercó al sofá y se sentó, recostándose y bebiendo lentamente.
La tranquilidad de la noche en aquel momento le permitió disfrutar de una breve relajación.
Hasta que oyó pasos en el piso de arriba y volvió a ponerse nerviosa.
Sin cambiar de posición ni levantar la vista, supo que era Sandra.
Pronto, Sandra bajó las escaleras.
Se acercó a Chloe y se sentó, preguntándole: —¿Por qué llegas tan tarde a casa?
Al ver el cansancio en el rostro de su hija, acarició su cara y suspiró: —No sé si hice lo correcto o lo incorrecto.
—Mamá, estoy bien.
Chloe comprendió lo que quería decir su madre.
Sandra se preguntó si la verdad sobre las identidades de Chloe y Giselle saliendo a la luz sería buena o mala para ella.
A veces, Chloe también se lo preguntaba.
Si no hubiera vuelto a la familia Fisher, tendría su propia empresa y sería lo suficientemente capaz como para librarse por completo del acoso de su familia adoptiva.
Habría tenido una vida cómoda.
No tendría que