—¡Serenity, dónde está Isabela, que salga! Sé que está aquí. Fui a su florería, y la dependienta me dijo que ella vendría a buscarte. ¡Cómo pudo hacerme eso, darme una bolsa de monedas y billetes sueltas, todo en cambio!
—Soy su hermana, antes la tratara mal, pero no puede tratarme así. Casi no tengo dinero para comer y ella me trata como a una mendiga.
Pensar en esa bolsa de dinero puso furiosa a Dalia.
Serenity y Jasmine acababan de oír a Isabela hablar de eso.
El hecho de que Dalia estuviera aquí gritando para pedirle dinero hizo que a Serenity le resultara difícil seguir solapando a Dalia con la señorita que vino a comprar libros.
—Qué pena, Isabela ya se ha ido, ¿no os habéis encontrado por el camino?
Dalia contestó en un tono lleno de indignación: —Ahora coge una limusina vaya por donde vaya y yo no tengo dinero ni para poner gasolina a mi coche, ¿cómo iba a conocerla si venía en autobús?
Serenity dijo fríamente: —Entonces vuelve a coger el autobús a la florería a buscarla, ahora