—No pienses en tonterías, nunca me disgustaste, tanto como yo nunca te disgusté cuando era gorda y fea.
Duncan se apresuró a decir: —No eres nada fea. Estás guapa incluso cuando estás gorda.
—No digas tonterías, a mí también me disgustaba verme gorda en el espejo.
Liberty juró mantener su figura y no volver a engordar.
La obesidad le había perjudicado no solo su aspecto, sino también le dejó sufrir muchas enfermedades.
Tras perder peso, su estado corporal se normalizó y las enfermedades desaparecieron.
—Le compraste juguetes y ropa a Sonny, ¿y yo? ¿Me haces algunos regalos? —preguntó Duncan haciendo una comparación con Sonny.
—Hombre, no te falta de nada. Sonny es un niño pequeño y crece rápido, por eso necesita ropa nueva cada año —sonrió Liberty comentando—. Te traeré algunos productos típicos de Ciudad Río cuando vuelve.
Duncan dijo con celos: —Sonny tendrá a su esposa para cuidarlo y atenderlo en un día, yo soy el que se quedará contigo hasta que seas vieja, deberías cuidarme a mí.