—Si Alejandro pierde, podéis salir a toamr unas copas con este dinero. Pero si gana, todo vuestro dinero será mío.
Quiana no quería que Alejandro perdiera tanto.
Todos los presentes apostarían sin duda a que Ismael sería el ganador.
Nadie sabía el nivel de Alejandro, pero a juzgar por la elegancia de su comportamiento y por el hecho de que Ismael acabara de dirigirse a él como señor, todos suponían que era un presidente de la empresa.
Aunque esa persona supiera un poco de boxeo, era imposible que venciera a Ismael, el futuro rey del club.
Los entrenadores sacaron todo el efectivo que llevaban encima y apoyaron a Ismael.
Esos alumnos eran sólo adolescentes y no tenían mucho dinero. Cada uno puso un poco y se unieron a la apuesta.
—Me apunto con Quiana a la apuesta a favor de que gane el señor Bucham.
Un alumno tenía veinte dolares en la mano y, después de pensárselo, le dio el dinero a Quiana y le dijo: —Apuesto por la victoria del señor Bucham contigo, ¡si acertamos, obtendremos grande