Luna no sabía cómo responder a la vieja señora York.
—Señora, ¿ya sabe todo sobre Kevin y yo?
—Por supuesto. El Internet está tan avanzado, que aunque haya sucedido en la Ciudad Río, con tal de que esté navegando por Internet, lo puedo saber en Annenburg.
Luna sintió de repente que estaba condenada a otro fracaso al hacer esta llamada.
Tanto la madre de Kevin como la vieja señora York lo sabía, pero no hizo nada al respecto, y mucho menos detener a su nieto, así que ¿qué sentido tenía esta llamada?
Para nada.
Al final resultó que probablemente era como dijo Zachary, a su familia no le importaba con quién cortejaba Kevin mientras fuera feliz.
—Señora, pero soy un hombre.
Luna habló en voz baja: —No me gustan los hombres y Kevin perdiendo tiempo y esfuerzos en mí no terminará bien. Más bien creo que me hizo esto porque no quería casarse con la señorita que usted eligió para él.
—Todos hemos oído hablar de usted ha elegido las esposas para sus nietos.
La anciana sonrió y dijo: —¿No te lo