Kevin se levantó, sonrió y extendió la mano para estrechar la de Luna, saludándole: —Hola, señor Díaz.
Luna estrechó la mano de Kevin y luego le hizo un gesto, indicándole que se sentara.
Después de que Kevin retomara su asiento, Luna se sentó junto a su madre.
Mirando a su hija callada y luego a Kevin, Teresa suspiró, pensando que su hija era más varonil que Kevin.
—¿Por qué hoy tienes tiempo de volver?
Preguntó Teresa a su hija con suavidad: —Sueles estar en la empresa a estas horas.
—Acabo de terminar un proyecto, así que vuelvo para veros mientras tengo algo de tiempo. —contestó Luna a su madre en voz baja.
Con Kevin presente, no se atrevía a ser ni un poco descuidada. Temía que Kevin descubriera su verdadero sexo.
—Señor York, ¿cuándo llegó a la Ciudad Río?
Preguntó Luna a Kevin.
Kevin sonrió y contestó: —Llegué hoy. He venido aquí por negocios y tengo que quedarme en la Ciudad Río por un tiempo. La última vez, tuve una agradable charla con la señora Díaz, como hoy estaba libre, h