Claudio Traid, el primo de Isabela, dio la orden, y su hermano, al igual que sus primos, entró inmediatamente en acción.
Empujaron las pequeñas macetas de la estantería.
—¿Qué hacéis?
Isabela se levantó y preguntó con severidad.
Claudio se acercó enojado y preguntó a su vez: —¿Qué hacemos? Ciega, nos impediste hacernos ricos, ¡no te dejaremos pasar en paz! Hermanos, ¡seguid destrozando!
—¿Y estás todavía contando tu dinero? Nos cortaste el camino a la riqueza, ¿y todavía tienes la cara dura de contar dinero aquí?
Cuando Claudio vio el ramo de flores hechas de billetes, alargó la mano y se lo arrebató sin siquiera pensar ni un segundo.
Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, el ramo de flores fue otra vez robado.
No fue Isabela quien se lo arrebató.
Fue Callum.
Tanto la familia Traid como la familia Janneh sabían que a Callum York le gustaba Isabela y que la cortejaba apasionadamente.
Si no fuera por el estatus y la posición de Callum, con las dos familias uniendo, le habrían dado un