Patricia se cambió el color de la cara y se quedó atónita durante unos diez segundos.
—¿Señora? ¡Señora! ¿Me está escuchando?
Patricia respiró hondo y preguntó con voz temblorosa: —Tú... ¿De qué demonios estás hablando? El pedido es claramente mío, y me he comunicado claramente con varias marcas importantes, ¡y estoy a punto de dar el paso final de firmar el contrato! ¿Cómo podría quitármelo Polo?
—¡Sí, por eso a mí también me parece extraña! —La secretaria se preguntó—. Pero me acaban de dar la noticia de que varias marcas importantes han firmado contratos con el señor Polo , y...
—¿Y qué?
—¡Y parece que este pedido se la dio alguien al señor Polo!
—¡¿Qué?!
La mano de Patricia se soltó y el teléfono cayó con fuerza al suelo, rompiendo la pantalla.
—Mamá, ¿qué está pasando?
Nada más hablar Sonia, Pedro entró por el balcón con una jaula de pájaros en una mano y un cordel de cera de abejas en la otra.
—Patricia, ¿qué ha pasado?
—¡Papá! —Sonia corrió en busca de ayuda—. ¡El pedido de mamá