—¿Qué?—Serena estaba atónita—¿Y golpea a la gente?
—¡Sí!—Joana entrecerró los ojos—¡Esta puta, se hace la lastimera delante de la gente, y en cuanto se da la vuelta, es otra persona! ¡Llevó a esa lideresa a un lugar muy apartado y aprovechó la falta de vigilancia en los alrededores para darle unas cuantas bofetadas duras!
—Pues... Srta. Alonso, ¡podemos crear trampas por adelantado en la fiesta de cumpleaños!
—¿Cómo hacerlo?
—Arrastra a Lucía a un lugar desierto también. Luego... tendrás que comprometerte, dándote unas cuantas bofetadas, ¡y entonces será cuando haga venir a todo el mundo! ¡Que todos vean que Lucía te ha abofeteado!
—Esto... —cuanto más escuchaba Serena, más pensaba que algo iba mal.
¿Por qué tenía que abofetearse a sí misma? ¿Hacerse daño para engañar a los demás?
Aun así ella no quería usarse a sí misma para tender una trampa.
Además, los planes de Joana ya no le convencían al cien por cien. Pero este le gustaba bastante y tenía ganas de probarlo, ¡por si funcionaba!