Polo se congeló y se volvió para mirarla.
Llevaba el pelo ligeramente despeinado y acababa de despertarse con un aspecto un poco delicado y mono.
Si no tuviera una larga lista de asuntos que atender en el Grupemente Juárez, habría querido hacer...
—¿Estás segura de que quieres traerme comida?
Lucía no captó el significado de sus palabras y asintió con seriedad.
Los labios del hombre se curvaron ligeramente en una sonrisa desgarbada.
—Bien —Polo susurró—. Te espero a mediodía.
Cuando llegó el mediodía, no sabía si comer o hacerle el amor primero...
Desde el momento en que Polo abandonó la casa, Lucía empezó a trabajar en la cocina.
Cuando Josefina terminó de limpiar el interior y el exterior, de repente se sintió atraída por una fragancia y se acercó a echar un vistazo, solo para ver que Lucía ya había terminado el arroz y la sopa y estaba a punto de llenar la caja del termo.
—Señorita García, ¿qué está haciendo? —Josefina dijo con curiosidad—. Huele apetitoso, ¡debe ser delicioso de co