—¿Hay algo que quieras hacer más? —Sus cálidos labios presionaron contra su oreja, y su voz baja y ronca pronunció estas palabras muy seductoras.
El corazón de Lucía pareció saltar un latido, y sus mejillas se pusieron rojas.
Ella se inclinó débilmente frente a él.
—Lo que quiero hacer ahora... es te sostengo como así.
Polo quedó atónito y su corazón floreció instantáneamente.
Sabía que las mujeres eran tímidas y que las cosas tenían que hacerse lentamente.
Así que gradualmente le dirigió: —Después de abrazar, ¿qué quieres hacer?
—¿Qué? —Lucía levantó los ojos y había un rastro de confusión en sus grandes ojos simples.
—Piensa en dónde solíamos estar.—Le tocó la carita y se rio entre dientes, —En nuestra casa... ¿Dónde estás, sosteniéndome?
Lucía obviamente no quería seguir lo que él diciendo y dijo deliberadamente:—Bueno, ¿no nos abrazamos a menudo en el balcón? Después de abrazarte así, ¡miramos las estrellas juntos!
—...
—Polo, por cierto, —se rio, —Realmente quiero ver las estrella