FORTY

MAYO

Edmond me condujo por la gran escalera hasta el elegante coche negro aparcado afuera. Sentí una sensación de alivio al llegar a la salida. Había sido una noche larga, llena de formalidades, sonrisas falsas y drama, y ​​estaba deseando irme. Pero justo cuando estábamos a punto de subir al coche, me invadió el pánico. De repente, sentí las manos demasiado libres, y fue entonces cuando me di cuenta de que había olvidado mi bolso dentro de la casa.

Inconscientemente, aparté las manos de las de Edmond y me giré para mirar hacia la casa de la familia Walters. "¿Pasa algo?", preguntó Edmond, frunciendo el ceño con preocupación.

"Olvidé mi bolso", respondí, intentando que mi voz no denotara frustración. Sabía que tenía que volver adentro a buscarlo, pero estaba deseando irme de allí y alejarme de la pretenciosidad de la noche.

"Te acompaño", se ofreció Edmond, pero negué con la cabeza. "No, está bien. Me daré prisa." ¿Mentía? Sí. Pero no quería que tuviera que lidiar con lo que aún podía
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