MAYO
Abrí los ojos lentamente, sintiendo el calor del aliento de alguien sobre mí. Olía a menta. De esas que se usan para pasta de dientes. Cuando mi visión se aclaró, vi a Edmond inclinado sobre mí, con un destello de emoción en los ojos. Me tomó un momento recobrar el sentido e incorporarme.
“Está bien… ¿Qué pasa?”
—Buenos días, dormilón —saludó Edmond con una sonrisa pícara—. Tengo una sorpresa para ti.
Mi mente, aturdida por el sueño, intentó recuperar el conocimiento mientras preguntaba: "¿Qué pasa?". La curiosidad me tiñó la voz, preguntándome qué lo tenía tan emocionado. Tomé mi teléfono mientras esperaba su respuesta. Un vistazo a la pantalla de bloqueo y tuve que preguntar. "Llegas tarde al trabajo".
—Es porque no voy —declaró—. Quiero llevarte de compras. Había entusiasmo en su voz. El tipo de entusiasmo que tendría un niño cuya familia fuera a Disneylandia por primera vez. —La inauguración de las fincas Ivy está a solo un día, y no pude evitar notar que tu vestuario necesit