Valentina miró en el espejo a la mujer de labios ligeramente hinchados, y su mente zumbó.
Los recuerdos del dominante beso de su marido de matrimonio relámpago en el pasillo y las miradas ambiguas de Thiago y el «chofer» hacia ella pasaron rápidamente por su memoria...
«¡Dios! Aún están hinchados, ¡antes debió ser aún más obvio! ¿Qué momento tan vergonzoso he vivido? ¡Cómo enfrentaré a la gente después de esto!», pensaba.
Valentina, con la cara ardiendo de vergüenza, deseaba poder esconderse en un agujero.
Santiago soltó una risa baja, de buen humor.
*
Cuando cayó la noche, Santiago llevó a Valentina al lugar de la celebración y la observó bajar del auto.
—¿Seguro que no vendrás conmigo? —preguntó Valentina antes de irse.
Santiago sonrió levemente.
En la fiesta de esta noche, Izan seguramente estaría, Álvaro tampoco faltaría, y también estaría aquel Alonso...
En la final del concurso de joyería, Alonso había ayudado tanto a Valentina, y cuando la cámara se posó en él, la admiración en