Sebastián, también un hombre de atractiva elegancia, al decir eso, causó en la enfermera una grata sorpresa.
La enfermera, encantada, anotó su número de teléfono, prometiendo cuidar bien de Lucas.
Una vez que Sebastián se fue, procedió a investigar los lugares que Lucas había frecuentado recientemente. Pronto descubrió que la persona con la que Lucas había estado en contacto más frecuentemente era Lucío.
Sebastián frunció el ceño, recordando que Lucas le había mencionado que la enfermedad de Ana había sido curada, y que había sido Lucío quien la trató.
Dado que Sebastián también se dedicaba a la investigación, comprendía que si se trataba de un virus en desarrollo, no sería posible obtener resultados tan rápidos en la investigación del medicamento. Se necesitarían experimentos y pruebas tediosos para encontrar un tratamiento eficaz con efectos secundarios mínimos.
En resumen, no podía ser tan simple y rápido.
Sebastián tenía una sospecha en su mente, pero le costaba creerla.
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