Sin embargo, la razón le decía a Lantit que si hacía eso, seguramente Lucío comenzaría a detestarla.
Lantit solo podía reprimir ese pensamiento, pero en su mente, seguía maquinando cómo alejar a Ana de Lucío.
Lucío, observando el semblante pensativo de la chica, no le dio demasiada importancia. Más bien, la consoló diciendo:
—Seguro que tendrás la oportunidad de ir en otra ocasión. ¿Qué te parece si te llevo después del trabajo?
—¿Qué gracia tiene ir sola? Mejor vamos a casa.
Lucío, resignado, sacudió la cabeza. Después del trabajo, llevó primero a Lantit a su casa y luego se fue.
Lantit, sola en casa y aburrida, recibió una llamada de uno de los hombres que Ivins había enviado para protegerla.
—Señorita, hay un hombre merodeando en su edificio. Investigamos y resulta ser un amigo de Lucío, también cercano a Lucas.
Lantit frunció el ceño y se acercó a la ventana para echar un vistazo, notando un coche extraño estacionado allí.
—¿Estás seguro de que es conocido de Lucío?
—Sí, ya lo hemo