200. Llegada triunfal

Stefanos

El silencio en esa manada no era normal.

Era el tipo de silencio que viene antes de la guerra.

O después de la traición.

Desde lo alto de la colina, observé los tejados alineados de la ciudad del Supremo, los postes de luz apagados, las calles demasiado vacías. Ni un alma se atrevía a caminar por allí.

"Tienen miedo", murmuré, casi sonriendo. "Como deberían."

Detrás de mí, mi pelotón se posicionaba. Lobos entrenados. Implacables. Leales. Y sobre todo, letales.

La voz de Rylan sonó por la radio en mi oído.

"Sector este cercado. Mark está con los civiles. Ningún movimiento hostil hasta ahora."

"Excelente", respondí. "Quiero el norte cerrado también. Nadie entra. Nadie sale."

"Entendido."

Colgué y bajé la colina. Mis pasos eran firmes, sin prisa. Con cada golpe de mi bota contra el suelo, la tensión parecía condensarse en el aire.

La ciudad entera parecía un mausoleo.

Las casas estaban cerradas con llave. Las ventanas cubiertas. Las banderas de la manada del Supremo aún ondeaban
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