Jenna

Stefanos y Rylan conversaban en voz baja, cerca de la mesa de reuniones de la oficina. Mapas abiertos, notas esparcidas y el olor a café fuerte aún impregnado en el aire.

Llamé dos veces a la puerta abierta y entré sin esperar permiso.

"Disculpen la interrupción...", murmuré, caminando hacia ellos. "Pero quería saber si Nuria y yo podemos ir al hospital. A ver cómo está Teodora".

Stefanos levantó los ojos, serio como siempre.

"Ya le dije a Nuria que iría con ella. No creo que sea seguro que vayan solas".

"Lo sé", respondí con cuidado. "Pero pensé que tal vez sería bueno llegar antes. Hablar un poco con ella... si está despierta. Prometo no tardar. Y... sé que están ocupados con los últimos ajustes. No queremos molestar".

Stefanos me observó por un largo momento.

"Ustedes irán con dos hombres de la guardia. Les pediré que las encuentren en la entrada de la mansión". Miró a Rylan, quien solo asintió en silencio. "No quiero riesgos".

"Claro. Gracias", sonreí, intentando parecer más