Nuria

Caminé por los pasillos con los sentidos en alerta, los ojos atentos a cada lobo, a cada movimiento extraño, aun sabiendo que Stefanos había reforzado la seguridad. Aun así... algo dentro de mí no se tranquilizaba.

Encontré a Jenna doblando el pasillo del jardín, probablemente volviendo del ala de los empleados. Su rostro aún mostraba la tensión de la mañana, pero intentó sonreír cuando me vio.

"¿Me estás buscando?", preguntó, limpiándose las manos en el delantal.

"En realidad, sí. Necesito que vengas conmigo a mi habitación".

Ella frunció el ceño. "¿Pasó algo?"

"No exactamente. Es solo que...", solté un suspiro, un poco avergonzada. "Son órdenes del Alfa. Quiere que nos quedemos juntas. Por seguridad. Alerta total, en caso de que algo suceda".

Jenna arqueó una ceja y se cruzó de brazos, pero la sonrisa burlona no tardó en aparecer.

"Ah, ¿así que para eso sirvo ahora? ¿Guardaespaldas de la Luna?"

"Exactamente", le respondí con una sonrisa cansada. "Pero piénsalo por el lado buen