130. Alta
Stefanos
Había regresado de la sede de la manada hacía unas horas, pero aún no podía ir a ver a Nuria. Necesitaba terminar de ajustar los detalles y las protecciones, todo para evitar que Eclipse tuviera una nueva oportunidad.
Como si no tuviera ya suficientes enemigos, ¿verdad, Diosa?
El mapa sobre la mesa estaba manchado de anotaciones.
Círculos rojos. Líneas tachadas. Nombres de aliados que se volvieron enemigos. De traiciones enterradas bajo sonrisas.
Y yo allí.
En el centro del tablero.
Cada movimiento que hacía podía costarme un pedazo de mi manada. De mi Luna. De mi imperio.
Respiré hondo, intentando calmar al lobo dentro de mí que aún rugía desde el ataque. No dormía. No desde que sintió el olor de la sangre de mi hembra esparcida por la enfermería.
"Los vamos a encontrar a todos", murmuré, más para mí que para cualquier otro. "Cada traidor. Cada desgraciado que se atrevió a tocar lo que es mío."
La puerta se abrió con un leve chirrido, y la voz contenida de Teodora cortó el s