129. Apagón
Nuria
Me desperté con la sensación de vacío.
No era dolor.
Ni frío.
Era... ausencia.
De su calor.
Del peso de su cuerpo en el borde de la camilla. Del sonido ronco de su respiración cerca de mi oído. De su olor mezclado con el de la enfermería.
Intenté moverme. La pierna todavía palpitaba, pero el vendaje estaba firme. El cuerpo más ligero. Menos dolor. Más lucidez.
Pero el lugar a mi lado… estaba helado.
"¿Stefanos?", llamé, la voz ronca, rasposa por dentro. Esperé pasos. Por un toque. Por cualquier cosa que me dijera que él todavía estaba allí.
Silencio.
Intenté abrir los ojos.
Parpadeé una vez.
Dos.
Nada.
La oscuridad me envolvió como una manta asfixiante.
Fruncí el ceño, giré el rostro hacia la ventana donde sabía que la luz entraba por la mañana. Pero todo lo que vi... fue el mismo negro denso y absoluto.
"No...", susurré para mí misma. "No, no, no…"
Mis dedos tocaron mi propio rostro, mis ojos. Parpadeaban, sí. Pero no veían.
El aire se puso pesado. El pecho, oprimido.
El miedo…