Capítulo 20: El Aprendiz.

Las luciérnagas nacieron de la tierra y volaron trémulas hasta Lucca, se posaron en ella emitiendo luces, siguiendo el patrón de las estrellas... Niccolo se abrazó las rodillas temblando de frío en aquel claro apartado bajo la luz de la luna.

—Estás luciérnagas queman su propia sangre para crear luz—la mujer rubia junto las manos callosas como si hubiera atrapado uno de esos insectos, se concentró—... De la misma manera nosotros le damos forma y densidad a la quintaesencia en nuestra sangre—. Sus manos brillaron, había una luz blanca manando de ellas... Le mostró una diminuta bola de luz suspendida, parecía hecha de un millar de partículas brillantes, generaba su propio calor como un fuego fatuo. Olía a ozono.

Hacía ya diez días Lucca se presentó en la casita de Bael. Cada tres noches esperaba a Niccolo afuera de las murallas de tierra,
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