Capítulo 5.
Apagué el teléfono y me fui a dormir.
Cuando desperté, ya era pleno día.
Desayuné y me dispuse a reclamar mi casa. Esperaba encontrar un hogar limpio y ordenado, sin esas tres alimañas despreciables.
Pero al abrir la puerta principal, me llevé otra conmoción por su descaro.
Guirnaldas coloridas estaban esparcidas por todas partes, fotos de cumpleaños del niño cubrían las paredes, Sandra llevaba puesto mi traje Chanel y mi conjunto personalizado de joyas Graff, paseándose entre los invitados.
La música retumbaba desde los altavoces, y mi cabeza palpitaba, la casa estaba llena de extraños sentados y parados por doquier, personas que ni siquiera reconocía, pero bailaban al ritmo de la música, por lo que todo en la habitación era un completo caos.
Hasta los libros de mis estantes y documentos de mis cajones, habían sido sacados al azar y lanzados por todos lados. Los caros objetos decorativos de mi casa circulaban descuidadamente; algunos ya estaban rotos. Mi alfombra Hermès estaba manchad