Eduardo estaba en su habitación preparando su equipaje, cuando escucho como se abría la puerta de su habitación, mirando con una sonrisa forzada a su mamá, quien enseguida fue a abrazarlo.
- Yo… sé que merezco tu repudio por lo que hice, pero... - empezó a decir el rubio, pero noto que su madre busco silenciarlo colocándole su dedo índice sobre sus labios, mientras ella le sonreía y acariciaba su rostro.
- Nadie puede ordenarle al amor a quien amar y a quien no, hijo – hablo ella buscando limpiar las lágrimas de los ojos de su pequeño – sinceramente, es un poco extraño para mí, porque ambos son mis hijos, pero si ella es tu felicidad, lucha por ese sentimiento hijo, yo siempre te apoyare.
- Gracias mamá - dijo llorando y volviendo a abrazarla.
- No me importa lo que diga tu padre, yo te seguiré mimando porque eres mi hijo y no importa el tiempo que pase siempre serás mi pequeño artista.
- Si - dijo feliz, separándose del abrazo.
- Ten hijo, es para tu viaje – hablo ella pasándole un l