Tras acabar la cena, los trillizos se retiraron a descansar por ese día, mientras que Antonio cargo con cuidado a su amada para llevarla a su habitación para que descansara.
- ¿Ya no me dejaras caminar?
- Nop – indico risueño – sabes que me gusta consentirte cuando estas esperando a una hermosa vida producto de nuestro amor.
Helena solo rio divertida acercándose a darle un beso en la mejilla a su esposo, mientras se acomodaba en sus brazos y se dejaba hacer.
- Sabes, esta vez no existen guerras o ex amantes locas – opino la pelinegra – así que quiero que estes a mi lado en el parto.
- Te lo prometo mi amor, estaré a tu lado para juntos recibir a este nuevo bebe.
Tras eso ambos se encaminaron en silencio hasta llegar a su habitación, donde Antonio con cuidado la recostó en su cama y se recostó a su lado.
- Sabes ahora que lo pienso – empezo a decir la pelinegra – si cada noche me pides mimos, ¿cómo no notaste que podríamos estar esperando? – pregunto arqueando la ceja, mientras sentía