La casa estaba llena de vida y alegría. Todos estaban reunidos alrededor de la mesa, rodeando a Aurora y Alexander, expectantes por lo que iban a decir. La emoción vibraba en el aire, y el calor familiar hacía que cada palabra resonara con un significado más profundo.
Elena, con una mirada llena de ternura, se inclinó hacia su hijo. —Dime, Alexander, ¿qué es eso tan importante que quieres compartir con nosotros?
Alexander tomó la mano de Aurora y le dedicó una sonrisa que solo ella entendía antes de soltar la noticia que cambiaría sus vidas para siempre.
—Aurora y yo vamos a ser padres.
El silencio duró apenas un instante antes de que Elena soltara un grito ahogado de emoción, sus ojos llenándose de lágrimas. Roberto, el padre de Alexander, sonrió con orgullo, y en segundos ambos rodeaban a Aurora y Alexander en un abrazo lleno de amor.
—¡Dios mío, qué felicidad! —exclamó Elena, acariciando el rostro de Aurora con ternura.
—Esto es maravilloso, hijo —dijo Roberto con una e