—Alguna vez fui como ellos —les decía Sir Bernard mientras cenaban sobre la larga mesa de adobe en el comedor, sentados en elegantes sillas de madera. Sir Bernard se sentaba a la cabecera, mientras que los hombres crononautas se sentaban a la derecha y las mujeres a la izquierda. Magdalena servía la comida consistente en cerdo asado, verduras y vino servido en copas metálicas, y una torrencial tormenta eléctrica acontecía en el exterior. —Fui un devoto cristiano y me enrolé en las Cruzadas hace unos quince años. Recuerdo que el Inquisidor predicaba en aquella época que no servía de nada combatir a los infieles en Tierra Santa si había infieles en Europa. En el trayecto hacia Tierra Santa los cruzados erradicábamos a todo judío, musulmán o pagano que nos encontráramos. Recuerdo que incursionábamos en los bosques del norte donde todavía habitan pueblo