104. EL CONCILIO DE ANCIANOS
NATHAN
Me giré para arrojar a mi madre al suelo y transformarme al instante.
Blaze saltó para impactar de frente con el enorme lobo Alfa de Agustino, y nos enredamos en una lucha encarnizada.
Sus ataques mortales iban siempre a mi garganta, sus fauces abiertas llenas odio y rabia, pasando a milímetros de mi hocico.
Blaze también atacaba con furia. Sus garras se hundieron en la pata trasera del Alfa, arrancándole trozos de carne y aullidos de dolor.
Aprovechamos el momento para morderle con fuerza el lomo y arrastrarlo por el suelo alfombrado.
Él era fuerte, pero yo era un Alfa joven y también entrenado. El polvo se levantaba por entre las costuras, y la sangre goteaba de nuestras heridas.
Su rabia lo dejaba vulnerable, haciéndolo desplegar ataques suicidas y estúpidos.
En un segundo, lo tuve acorralado contra el suelo.
Blaze estaba enardecido, sin control. Bajó la boca llena de colmillos asesinos, directo a la yugular del Alfa, listo para asesinarlo.
La idea de tomar su manada a l