Liesel llegó a su casa casi muerta, en su vida había hecho tanto ejercicio como hoy, pero valía la pena y sobre todo merecía el esfuerzo.
Estaba por subir las escaleras de mármol que eran la parte central de la residencia Dunham, cuando escuchó gritar a su madre. Ella pensó lo peor y el dolor físico desapareció, subió los escalones de par en par, hasta llegar a la habitación de su madre, pero no la encontró, entonces corrió hacia la habitación donde tenían a su padre y la encontró arrodillada ante él.
—¿Qué ha pasado mamá? —se imaginó lo peor, y el corazón comenzó a latir desesperado.
—Tú padre, ha abierto los ojos.
Liesel suspiro aliviada.
—Llamaré a George —fue por su celular y tocó el icono de marcación rápida que le hab&ia