DULCE ENTIERRO

CAPÍTULO TRES 

   

     Desdichado pasado, desdichada vida la que los difuntos viven antes de la trágica muerte, ¿por qué el dolor parecía hecho para aquellos que más buenos eran? ¿Por qué el mundo se aferraba a cambiar a la gente inocente?

Misterios de la vida, secretos de la misma y mentiras en las que vivimos.

Mañana del día siguiente en que un hombre había dejado de serlo al solo hecho de haberse declarado infiel ante una mujer que le había dado todo, todo lo que había en su corazón.

Sin haberse preocupado de nada, sin siquiera inmutarse por saber qué había sido de ella en esa noche lluviosa, el teléfono de la casa comenzó a sonar. Alejandro se había quedado dormido en el sillón de la sala, olvidándose por completo de su esposa.

Alejandro comenzó tallándose los ojos para después, siendo consciente de la nueva realidad, tomar el teléfono a su lado. Ni siquiera se había preocupado por pensar en su esposa.

—Habla Alejandro Vital, ¿en qué puedo ayudarle? —Preguntó tallándose los ojos.

—Señor Vital, buen día.

— ¿En qué puedo servir?

—Señor Vital, lo siento mucho por la noticia que tengo que comunicarle pero, lamentablemente acabamos de encontrar el auto de su esposa en un barranco cerca del km 31. Señor Vital, lo siento mucho pero su esposa ha fallecido.

Esas palabras de aquel hombre hicieron levantar a Alejandro de golpe. Eso no podía ser cierto. Paula Garza no podía estar muerta. ¿Cómo? ¿En qué momento sucedió? ¿Cómo no se dio cuenta? ¿En qué momento la dejó ir?

El teléfono cayó de las manos de Alejandro sin poder creerlo.

      Siete de la mañana en punto, Emma ya se ponía los aretes de diamantes que le había quitado a su hermana la patito feo como ella la llamaba. De pronto, el teléfono de casa sonó.

No había nadie que contestara por ella.

— ¡Ash, todo lo tengo que hacer yo! —Gritó justo antes de contestar. — ¿Bueno?

 Y de las escaleras, una mujer que bajaba con tanta elegancia, la misma que llevaba una sonrisa inmensa en el rostro al solo hecho de ver a su hija ya lista para ir a la empresa de modelaje.

De pronto, la sonrisa y los pasos de la mujer se congelaron en cuanto vio la manera en la que el teléfono caía de las manos de su hija como si estuviera sorprendida, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.

—Hija, ¿qué pasa? —Llamó la mamá, bajando rápido.

Emma estaba completamente pálida. Negaba con la cabeza como si se tratara de una completa loca.

— ¡¿Qué pasa, Emma? ¿Qué te dijeron?!

—Mamá, mamá, no lo puedo creer… Mamá, Paula, Paula, Paula murió.

— ¿Qué?

      Infinidad de trapos a lado de un cuerpo casi inerte, las vendas no serían suficientes para cubrir la piel rosada y fresca que renacía después de los cortes, la tina de agua caliente ya estaba lo suficientemente manchada de rojo como para parecer que había sido solo la sangre extraída de un cuerpo.

Desesperadamente, limpiando el sudor de su frente con el dorso de su mano, Maximiliano hacía todo para que la vida no se le fuera a la mujer que estaba sobre aquella camilla fría en donde casi no tenía material para atenderla como debía.

—Aquí traje más agua tibia —dijo el viejo Manuel. —También traje más toallas.

—Manuel, tendrás que ir a la farmacia más cercana y comprar muchas vendas, ella no se puede morir.

—Hijo, no sé por qué las has traído hasta aquí. ¿No te das cuenta de lo peligroso que esto puede ser? Vamos a dar parte a la policía, seguro su familia la debe de estar buscando. —Insistió el viejo Manuel.

— ¡No, no, ya te lo dije Manuel, no, nadie sabrá que ella está aquí conmigo!

—Esto puede ser muy peligroso. 

—Esas fueron sus últimas palabras, ella no quería que la llevara a ningún hospital y si esa era la voluntad de mi paciente, voy a respetar.

—No puedes llamarla tu paciente cuando no tienes cómo atenderla.

—Por favor, Manuel, solo haz lo que te dicho hacer. ¡Ahora antes de que ella muera!

Manuel salió corriendo de aquella pequeña casa que habían hecho suya desde el momento en que la madre de Maximiliano murió y en la misma en donde él había instalado un consultorio para hacer las cirugías estéticas más complicadas y con tanto profesionalismo con la diferencia que la paga era demasiado baja ya que él no contaba con un título que avalara su trabajo después de que le hubieran arrebatado la vida.

  Cuando encontró aquella mujer en su camino y al saberla casi muriendo, su único pensamiento fue salvarle la vida. Habían pasado más de nueve horas y no había mejoría. No quería que ella muriera ahí pero tampoco podía entregarla a la policía después de que ella le hubiera dicho que no lo hiciera.

—No te vas a morir, lo juro, vas a vivir.

Todo lo que los ojos de Maximiliano podían ver era vendas y vendas en su rostro pues su rostro estaba completamente desfigurado debido a los vidrios que se rompieron en su cara. Ella se estaba desangrando.

De pronto, la mano que limpiaba las cortadas de Paula con tanta desesperación, fue tomada por la mano de Paula. Paula acababa de despertar.

Los ojos de Maximiliano se abrieron con sorpresa. Era como si ella se estuviera aferrando a la vida, como si ella se negara a morir.

—Por… por favor… por favor, no… no, no me dejes morir, no… n-no quiero m-morir. Por favor.

Entre las vendas que cubrían el rostro de aquella mujer, Maximiliano pudo ver claramente que ella dejaba caer un par de lágrimas. ¿Qué pudo haber sido eso lo que la obligaba a  vivir al mismo tiempo que la hacía morir en vida?

       El lugar ya había sido cercado con cintas amarillas que no admitían el paso a la gente curiosa, había centenares de policías. Ya no había nada que hacer cuando ya habían encontrado el cuerpo de la esposa del señor Vital.

Dos carros color negro se detuvieron detrás de las patrullas. El momento de fingir había llegado para muchos.

Alejandro bajó inmediatamente.

— ¿Dónde está mi esposa? ¡Necesito verla!

Detrás de él, llegó Emma, quien no podía creer como todo eso pudo haber pasado.

— ¡Alejandro! —Gritó Emma.

Y detrás de ellos dos, la misma mujer elegante que no podía evitar sonreír. Su hijastra había muerto en un accidente fatal. Daba más daba menos que la llevó a eso, ella ya estaba muerta y eso no sería un problema para nadie, mucho menos para su hija Emma ya que ella, Gertrudis siempre quiso que  fuera su hija la señora de Vital  y no la patito feo de la familia.

Ahora todo lo que tenía que hacer era fingir. Fingir como lo había hecho toda la vida. Solo era cuestión de tiempo para que Alejandro se fijara en Emma.

— ¿Cómo sucedió? —Preguntó Alejandro al fiscal que estaba a cargo de todo.

—Encontramos su cuerpo seis metros de donde el auto cayó. Todo parece que salió volando, su rostro está completamente irreconocible, muchos vidrios fueron enterrados en su cuello, lo que provocó la muerte lenta y dolorosa de la señora de Vital. Lo siento mucho, en este momento ya comienza el proceso de la necropsia.

Alejandro no evitó sentirse mal con todo lo que le estaba diciendo aquel hombre. Por su culpa ella había muerto, por su culpa ella solo encontró muerte.

— ¡No, no lo hagan! —Levantó la voz Alejandro.

— ¿Qué?

—No quiero que abran el cuerpo de mi esposa.

—Señor Vital, lo sentimos mucho pero en una muerte como esta es estrictamente necesario que se haga la necropsia.

— ¡Dije que no van a abrir el cuerpo de mi esposa porque fue ella la que siempre lo quiso así!

El fiscal solo supo mirar a Alejandro. Si era la voluntad de la persona que se acababa de ir, ellos no podían hacer nada más.

—Busquen pruebas por otro lado pero jamás en el cuerpo de mi esposa. En mi esposa no.

Emma, al ver la manera en la que Alejandro estaba actuando, solo supo estar a su lado, ser su paño de lágrimas  pues ya sabía que si quería obtener algo de él, tenía que sacrificarse un poco.

Emma sonrió sin que nadie la viera, de la misma manera en que Gertrudis lo hacía. Al fin esa bastarda se había muerto, al final nadie iba a saber quién era ella realmente. Porque todo aquel que estuviera pensando que ella era la hermana de Emma estaba muy equivocado. Esa patito feo no había sido más la recogida de aquella familia.

        Y un día después, de esa manera, así sin culpa y sin dolor, sin amor, sin ningún sentimiento ellos estaban enterrando a Paula Garza de Vital.

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