CAPÍTULO 29. DE NUEVO EL ACOSO
En la oficina de Adriana
—¡Lo pensaré! —Aseguró ella— Cambiando de tema, para ¿Qué me buscaba?
—Para verte y felicitarte. Deseo volver a ver a tu hijo —manifestó él, cambiando su tono de voz a uno más dulce.
—Como entre semana estoy muy ocupada y ahora más entrenándome en el cargo ¿Qué le parece si lo espero este fin de semana? —Interrogó ella— Le pediré permiso a Luisa y le aviso ¿Le parece?
—¡Perfecto! Esperaré tu llamada —contestó él, despidiéndose de ella con mucho cariño.
—¡Muy bien! Le aviso —contestó ella, observando cómo esta conversación pareció haber afectado a Don Kelvin, se veía triste, afligido.
(***)
Adriana, esa noche antes de dormir, pensó en la conversación con Don Kelvin.
«Por fin, él no me respondió si conocía o no a mi padre. La próxima vez lo enfrentaré para que me diga la verdad sobre este. Especialmente, si lo conoció», reflexionó ella, queriendo saber más de sus orígenes.
De nuevo, la melancolía y la nostalgia por Mateo volvieron a ella. Por más, que deseaba ol