Al amanecer, desperté de golpe, luego de haber soñado con una Katerin de 18 años. La soñé volviendo a casa después de haber obtenido al fin un “buen empleo”, pero no lucía feliz; sus ojos estaban rojos y su maquillaje totalmente corrido. Y yo, de tan solo 12 años, me pregunté por qué mi hermana parecía tan desdichada.
Con ese sueño mitad recuerdo, aun vivo en mi mente, salí de la cama y me puse un ligero y corto vestido rosa de olanes; cómo siempre, Demián ya no estaba. Unos minutos más tarde, bajé a la estancia. O eso intenté.
En lo alto de las escaleras, me encontré con Liliana. Al verme, de inmediato se apresuró a abrazarme.
—Perdóname, Livy. No fue mi intención hablar con Dianna sobre...
Le palmeé la espalda, tratando de ver quiénes estaba en la sala. Se veía cómo otra reunión, todos los socios estaban allí, y parecían discutir.
—Está bien. Mejor dime qué pasa...
Ella me liberó y dio un paso atrás. Puso un dedo en sus labios.
—Hace un par de horas me informaron que el