Cuando al fin logro llegar al apartamento de Clara, sentía como la sangre prácticamente le hervía. Había hecho uso de hasta la última gota de autocontrol que tenía para no volverse loca durante el trayecto, lo cual a decir verdad había resultado del todo.
Toco el timbre un par de veces antes de escuchar ruido al otro lado de la puerta. Para su fortuna, fue Clara quien abrió; pues no se encontraba de humor para tratar con intermediarios. No con el terrible humor que tenía en esos momentos y sobre todo con lo que tenía para decirle.
Clara la saludo con aquella perfecta sonrisa que poseía y su clásica pose de superioridad.
—¿Que te trae por aquí? —le cuestiono con calma.
En cambio, apenas Emilia la escucho no lo soporto y entro al apartamento sin importarle si es que lo permitía o no. Lo único que deseaba en esos momentos era la v