Por un momento se sintieron como un par de adolescentes, pillados por sus padres teniendo relaciones en el sofá de la sala de su casa. Si bien, parte de eso era verdad; no eran ningún par de jovencitos. Ambos eran adultos hechos y derechos, ceos de una de las más importantes empresas de construcción el país e incluso esposos. Aunque no por eso dejaba de ser menos vergonzosa la situación.
—¿Alexander estas hay? —repitió, mientras comenzaba a abrir la puerta.
Dada la situación en la que se encontraban, no podían permitirlo; así que se apresuraron a correr hacia esta para cerrarla de nueva cuenta. No podían impedirle ver en el interior, eso jamás.
—¿Qué diablos pasa? —le cuestionó, desconcertado por su acción.
—Estoy aquí papá, ¿que necesitas? —le pregunto Ale