Capitulo 36

No obstante, Alexander aun no la había soltado. Sentía uno de sus brazos enredado con fuerza alrededor de su cintura, pegándola a su cuerpo. En tanto que la otra la puso en uno de sus hombros, haciendo que se mantuviera totalmente erguida. Se sentía un tanto aprisionada, con él a sus espaldas. 

—Puedes soltarme, estoy bien —le hizo ver.

Infortunadamente, eso no lo hizo; sino que al contrario apretó su agarre con un tanto más de fuerza. Sentía como acercaba el rostro a su cuello y su aliento solo un instante antes de que sus labios entraran en contacto con la suave piel de su cuello. No fue solo un rose, sino que la besaba. 

Alexander no podía permitir que se golpease, en especial cuando había sido su culpa por ser tan brusco. Se apresuro entonces para sostenerla e impedir que se lastimara. Lo que nunca espero fue que el impulso de abrazarla para ayudarla, despertara algo

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