Cuando salió del estudio un par de horas después, se encontró a su madre sentada en el pequeño recibidor fuera de la oficina con un libro en las manos.—¡Al fin han terminado de hablar! —exclamo con alivio y es que había comenzado a pensar que tendría que entrar para interrumpirlos.—Si, hablamos mucho —reconoció con una sonrisa; mientras revisaba el reloj en su muñeca, mismo que le dijo que pasaba de la media noche.De igual modo se dio cuenta de que en el exterior una gran tormenta se desataba con fuerza.Al voltear a su alrededor no voy a Alexander por ningún sitio, por lo cual su primer pensamiento fue que se había marchado sin ella. Lo cierto es que no podía culparle por eso, no cuando había pasado tanto tiempo hablando con su padre.—Esta arriba— le dijo su madre aun antes de que preguntara.—&
La luz era escasa a excepción de los ocasionales relámpagos que surcaban el cielo y que hacían que la luz entrase por las ventanas, cuyas cortinas no estaban del todo cerradas. Aquello le permitía ver su rostro en calma y es que parecía tan pacífica que casi no parecía ser ella misma. Se permitió entonces verla con cuidado; deleitándose con su gran belleza, aquellos carnosos labios, sus largas pestaña y su respingada nariz. Aunque trato de evitarlo, no pudo evitar ver el resto de su cuerpo y es que no hacerlo resultaba imposible sin duda.La parte alta de sus senos se asomaba por el escote de la delicada prenda que usaba, misma que en esa posición se ajustaba aún más a su cuerpo. Bajo entonces aún más la vista, viendo como esta se encontraba aún más corta de lo que recordaba, lo cual era mucho decir. Aquello había dejado al descubierto una mayor porción de la piel de sus piernas, misma que pretendió observar con mayor detalle.No obstante, pronto se
Un par de semanas después…Emilia se encontraba en su oficina, concentrada en el montón de trabajo que tenía por delante; cuando de pronto su secretaria entro.—Disculpe señora, pero hay alguien que desea verla. Dice que es urgente —le informo sin demora.—¿De quién se trata? No tengo ninguna cita programada —reconoció un tanto extrañada y es que era bien conocida por no tomar a bien interrupciones, lo cual todos sabían.—Su nombre es Clara Brown y a decir verdad parece bastante insistente —admitió.Emilia no tenía la menor idea de lo que podría desear, de lo que podría tratar con ella y la duda solo le hacía desear averiguarlo cuanto antes.—Está bien, que pase —accedió, intrigada al respecto.En ese momento solo dejo los papeles que revisaba a un lado y se preparó para recibirla.No paso más de un minuto para que la puerta volviera a abrirse. En esa ocasión, entrando Clara por esta. Vestía un ceñido vestido en color azul, el
Emilia trato de mantener la calma durante aquella desagradable reunión, pero basto con que aquella mujer abandonase su oficina para que dejara salir todo el mal humor que le había ocasionado. Golpeo el escritorio con todas sus fuerzas, deseando desahogarse.La verdad es que si la creía capaz de cumplir con su amenaza, capaz de intentar desbaratar su matrimonio. No porque creyera ni por un momento que Alexander fuera capaz de traicionarla, porque sabía que no era de ese modo. Al igual que también era consciente del resentimiento que le tenía, mismo que no desaparecía con solo una caricia y de eso estaba perfectamente consciente. Sin embargo, si angustiaba el hecho de lo que pudiera hacer para intentarlo, de que tan lejos estaba dispuesta a llegar.Sabía que la situación en que se encontraban era precaria, que hasta un pequeño desliz podía desboronar el castillo de naipes en
Alexander se sorprendió al darse cuenta de que tan bien lo conocía, de todos los detalles importantes que conocía de su persona; pero en especial le sorprendió lo último que menciono.—No estoy enamorado de ti —se defendió sin demora—Nadie hablo de amor. Solo digo que te sientes atraída por mí, que me deseas sexualmente —aclaro, siendo muy abierta al respecto.Este apenas podía creer lo que estaba escuchado y es que le resultaba una locura.—Yo no... —trato de asegurarle.—No intentes de negar lo que esta tan claro; además descuida y es que no tiene nada de malo. No hay de qué avergonzarse —le tranquilizo, actuando con naturalidad.—¿Estás hablando en serio? —deseo constatar.—Por supuesto; después de todo somos jóvenes, atractivos y al menos en
El anuncio de la fusión entre sus dos empresas estaba a punto de darse a conocer. Los detalles faltantes eran mínimos y como era de esperarse, deseaban hacerlo por todo lo alto y con la algarabía que se merecía.Estaban felices por lo que pasaría; así que organizaron una gran fiesta, misma que tendría lugar en ambas cedes. Por el día se llevaría a cabo una rueda de prensa, en la que darían a conocer su nueva imagen, la estrategia que manejarían en adelante y sus planes a futuro; además de presentar a sus ceos. Esta se realizaría en la sede de la empresa Crawford, quienes tenían instalaciones de punta.En tanto, que por la noche tendría lugar una gala para celebrar la fusión; misma que se realizaría en la sede de la empresa Russell. En esta se festejaría a lo grande la noticia y se entablarían nuevas relaciones para neg
Esta la vio rondar por la oficina con confianza, tal como si se supiera dueña de la situación y lo odiaba.—No sé qué es lo que crees que saber de Alexander y de mí, pero te aseguro que no es verdad —deseo desbaratar cualquiera que fuese su percepción de ellos.—Nadie pensaría lo mismo si viera tu reacción ante la sola mención de algo semejante, tal parece que tienes mucho que esconder —le respondió, jugando claramente con ella.—Está bien, ¿qué es lo que crees que sabes? —le cuestiono, deseando saber de lo que se trataba, solo para echarlo por tierra.—Se que lo de ustedes es falso —revelo sin más.—No sé de dónde has sacado algo semejante, pero te aseguro que somos una pareja real —le corrigió con rapidez.—Tengo pruebas —argumento, segura
Un par de horas después, Alexander estaba listo para la ocasión. Usaba su elegante smoking, tan solo se colocaba las mancuernillas mientras esperaba a que Emilia apareciera al fin.Lo cierto es que los minutos comenzaron a transcurrir, llevándole a impacientarse por su ausencia. Se estaba haciendo tarde y odiaba que eso ocurriera, por lo cual se vio tentado a ir a buscarla a su habitación.—¡Emilia, date prisa! —le grito desde la sala con fuerza.Por desgracia, no recibió respuesta alguna de su parte; llevándole a darse cuenta de que no tenía otra opción más que acudir por sí mismo.Llegaba al pasillo de las habitantes, cuando la puerta de su recamara se abrió de forma un tanto intempestiva. Emilia entonces apareció por esta, mas no fue lo que se esperó y es que no usaba el vestido de gala y tacones altos que se suponía; si