Capítulo 503
Alejandro se fue a recoger el sancocho y otros platillos calientes que le gustaban a Luciana. Varias veces los meseros se ofrecieron a ayudarle, pero él se negó.

—Señor Guzmán, déjenos…

—No, gracias. Mi esposa me lo pidió a mí —respondió, sin admitir la asistencia de nadie.

Regresó a la mesa con un pequeño calentador en el que puso el caldo, y pronto empezó a burbujear. Tomó también verduras y carnes, exactamente como sabía que a Luciana le gustaban.

Luciana miraba la olla con la boca hecha agua. En cuanto la carne estuvo lista, Alejandro la sacó y se la sirvió en su plato, acompañándola con la salsa tal como a ella le gustaba.

—Listo. Puedes comerla ahora —le dijo con suavidad.

Luciana no respondió, sino que se concentró en masticar, llenándose las mejillas de comida hasta casi cerrarle los ojos de gusto.

—¿Está bueno?

—Sí —asintió ella con entusiasmo, señalando de nuevo la olla—. Quiero más.

—De acuerdo.

—Y también esas bolitas de res.

—Lo que tú quieras.

A ojos de los compañeros, er
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