Capítulo50
Los médicos y enfermeras llegaron rápidamente y se llevaron a Camila. Carolina, aunque furiosa con Lucía, tuvo que contener su enojo para centrarse en el estado de Camila. La acompañó todo el camino hasta la sala de urgencias, donde esperó con las manos juntas en señal de gran preocupación. El médico hablaba con Mateo sobre la condición de Camila, ignorando por completo a Lucía.

Lucía se quedó a un lado, sintiéndose como una verdadera extraña mientras todos se desvivían por Camila.

Cuando sacaron a Camila, la escoltaron de vuelta a su habitación.

Mateo no entró, sino que se volteó hacia Lucía:

—Camila no puede alterarse ahora. Es mejor que no estés a solas con ella.

Lucía sintió un nudo en la garganta. ¿La estaba culpando? Acaso ¿Creía en serio que ella había provocado a Camila?

Viendo que Lucía bajaba la cabeza en absoluto silencio, Mateo le acarició el cabello:

—¿Qué pasa? ¿Estás molesta?

—¡Mateo, ven rápido! —gritó apresurada Carolina desde la puerta, entre lágrimas. —¡Camila te
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