Lucía vio que Nicolás estaba cerca y temió que los escuchara y se avergonzara, así que le pidió a Mariana que dejara de decir bobadas. Mariana tuvo que hacerle caso y no dijo más. Nicolás intercambió algunas cortesías con los demás y luego regresó con Lucía.
Mariana lo llamó:
—Señor Gómez, es usted un invitado distinguido.
Nicolás respondió:
—La exhibición de la señorita Navarro ha sido un gran éxito, debe ser ella muy influyente.
—Solo un humilde pasatiempo de alguien aficionado al arte, nada comparable con el señor Gómez —dijo Mariana, empujando a Lucía—. Acabo de enterarme de que son antiguos compañeros, ¿por qué no la acompañas a Lucía de vuelta a la oficina esta tarde?
Lucía, empujada repentinamente, se sintió un poco desconcertada. Antes de que pudiera decir algo, Nicolás respondió de inmediato:
—Claro, no tengo nada que hacer, puedo acompañarla.
Mariana le guiñó un ojo a Lucía y agregó cortésmente:
—Qué amable de tu parte.
Empujó a Lucía hacia Nicolás:
—Los viejos amigos deben a