CAPÍTULO 27

Aidan se dio la vuelta de costado y acarició la espalda de Rhiannon, que dormía acurrucada, con el cabello nuevamente blanco esparcido sobre la almohada.

El cuarto acolchado del sótano había sido perfecto para iniciar el celo con ella, pero no suficiente. Después de eso habían llegado el mar, la arena, el bosque, el salón…

Era difícil contar la cantidad de veces que se habían unido, pero era mucho más difícil sacar a su Alfa cada vez, parecía que solo con el roce de la muchacha todo su cuerpo parecía despertar.

Finalmente Akela y Raksha también habían necesitado recuperar fuerzas y los lycans los habían aceptado de vuelta para que pudieran descansar.

Aidan suspiró con inquietud, había tanto, tanto que no sabía. Repasó el cuerpo de Rhiannon, viendo las innumerables cicatrices que portaba, pod&iacut

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